martes, 31 de agosto de 2010

Todos los perros van al cielo, pero antes pasan por mi patio

Para no cortar esta seguidilla de tragedias infantiles, puesto que noté que a algunos les divierte y causa gracia, bueno… seguimos con las anécdotas…

Como ya habrán notado, toda la vida fui muy “mascotera”, me encantan los animales. Me parecen los únicos seres en la tierra sumamente puros, nada comparados con nosotros, los humanos.

Así que siempre fui de tener una mascota, aunque sea la araña que aparecía cada tanto en la alacena, siempre pero siempre tuve algún bichito para mimar. Lo triste es cuando esa mascota pasa de ser un simple animal a convertirse en un miembro más de la familia, será un animal pero compartís mucho.

En mi vida tuve dos perros, ambos de la misma raza, eran mis “ángeles guardianes” pero ninguno de los dos terminó bien…

Obviamente no es gracioso que los haya perdido, porque me sentí muy triste, pero si resulta un tanto cómico de una manera perversa, el cómo los perdí.

El primero se llamaba Antú, vivía más con mi papá en su trabajo que con nosotros en casa, pero para mi era como un hermano…
En su corta vida (no llegó al año), Antú fue muy hdp, su raza era así, y siempre teníamos problemas porque aparecía con algún que otro animal muerto que cazaba en casa de los vecinos.

Un domingo me desperté y el perro tocía mucho, en sus últimos esfuerzos subió a mi cama como cada mañana, lo noté raro así que llamamos al veterinario (hasta acá viene tranqui el asunto no?).
El veterinario lo revisó, pobre Antú tocía y largaba sangre, estaba con los órganos inflamados y respiraba mal. Estaba en las últimas y había que sacrificar.
Lloré, grite e invoqué a Dios que por favor salvara mi perro, pero se ve que la línea estaba ocupada así que metieron inyección nomás…

(Ahora viene el morbo)

El veterinario comenta que es muy raro que pasen estas cosas, a lo que el pensaba que a mi pobre Antú lo habían envenenado.

Para qué habrá dicho eso?? En vez de darle un funeral como la gente y enterrarlo entero a mi hermoso perro, se les ocurrió en conjunto hacerle una autopsia para determinar si lo habían envenado realmente o no, yo entiendo la indignación de mi viejo, pero qué necesidad de desarmarme el perro?? Qué necesidad??

Y sí... lo desarmaron y en el patio de mi casa… Todo bien, se descubrió que sí estaba envenenado, pero eso lo iba a traer de vuelta? o peor, me lo iba a reordenar pieza por pieza?? NOOO!!!!!!!!!!
Me había desarmado mi perro y en el patio de mi casa, y yo lo ví... En fin, pobre Antú, seguro se fue a cazar al cielo, si pudo armarse en el camino.

Al tiempo, me regalan otro perro, Pipo... este sí era mi compañero fiel y por suerte llegó a los 4 años (sí ya sé, no es nada pero a comparación del otro era toda una vida)...
Yo en plena adolescencia y con los pájaros revoloteados, con 15 años había empezado a salir a bailar los fines de semana; pero en mi casa había una regla (más con papá policía): a las 5 am tenía que estar de vuelta, sino me iban a buscar.
Como toda pendeja pensaba: -que peor que papá me vaya a buscar al boliche?? Así que la tipa a las 5 am se volvía a la casita.
En unos de esos findes, llego a mi casa 4:55 am y encuentro este cuadro: mamá y papá afuera, lamentándose, yo no entendía un carajo.
Rebobinemos 10 minutos antes, 4:45 am fuera de casa: Papá impaciente se levantó, miró la hora y decide ir a buscar a la Loquita Mala. en su impaciencia y sonambulismo, no notó que el perro estaba durmiendo tras la rueda del auto, y pum!... Arrancó y se lo paso a llevar.

Volvamos a cuando yo llego: mi perro descaderado, moviéndose como si nadara en una pileta pero en la tierra y en la entrada de mi casa, y mi viejo intentando contenerme lavándose las manos.
Otra vez, llamamos al veterinario amigo (que me parece que tan amigo no era) y otra vez mismo diágnostico: sacrificar...
-NOOO!!!!!-. dije, -otra vez no!:-
Pero sí, otro más que hubo que dejar ir. Mi papá en su afán por no sentirse culpable del incidente, quería encontrar una razón al por qué el perro nunca se movió al escuchar el motor del auto, eso sí, nunca cuestionarse como el NO vio que el perro estaba atrás..
Otra vez, a mi viejo se le metió en esa cabeza zatira que tiene, que el Pipo estaba envenenado...Y sí, por segunda vez me desarmaron un perro en mi patio...

Algo de no creer no?? ya no era uno al que había tenido que entarrar por pieza, ahora eran dos!..
Pero lo peor de la historia, es que la autopsia de Pipo reveló que no estaba envenenado, o sea: no sólo me desarmaron el perro al divino botón, sino que también me di cuenta que mi papá era un asesino, ja...

Mi tristeza se volvió una buena actriz, y aprovechando el sentimiento de culpa de mi viejo, falté a la escuela durante casi una semana, era mi duelo y había perdido a mi mejor amigo, completamente comprensible y razonable.

Ya después de tantas malas experiencias, nunca más dejé un animal cerca del auto de mi viejo o que se fuera de "vacaciones" a la casa de Doña Tere, ya que los finales no son los mejores, porque la que no termina en casuela, termina desarmada en mi patio.

Peor es Nada

Al final, como todo en mi vida, cada cosa que comienzo la termino dejando a medias, y se ve que el blog no fue la excepción, lo arranqué con un entusiasmo bárbaro, y después no le dí más bola… Igualmente tuvo que ver mi estado de ánimo por estos días y también que no se me venía a la cabeza una gota de inspiración, nada decente como para expresar, cosa que sigue ocurriendo, pero como QUIERO que este blog no quede a medias como todas las demás cosas en mi vida, aunque sea algo, por diminuto que fuera, y completamente fuera de sentido, lo voy a subir igual y que todo me chupe un huevo! Ja.


El otro día, conversando por msn con un amigo, me di cuenta como a la gente le encanta reírse de las desgracias del otro, no es que nunca lo haya pensado, pero ahora lo re-afirmo.

“Chateando” con mi amigo, comencé a contarle historias trágicas de mi niñez y se rió tanto (lo sé porque tenía puesta la webcam, todavía no soy psíquica) que hasta me dio "cosita", quizás también y las conté de forma graciosa las anécdotas en cuestión, con un toque de humor morbo, pero sepan señores que en su momento a mi me dolió y marcó mi infancia con traumas irreparables (bueno tampoco tanto, pero vamos a agregarle dramatismo al asunto, así se vuelve mas entretenido).

Para no dejar a nadie con la intriga de cuales fueron mis tragedias de pequeña, paso a contarles, puesto que es a día de hoy, que algunas de ellas han dejado fobias en mi vida.

Tengo pánico a las gallinas, miedo al animal en sí e impresión a cuando está muerto en vidriera listo para engullirlo.

Cuando era chica, alrededor de 5 años, me encantaba ir a jugar al patio de la casa de mis abuelos, lo amaba. Tenían un patio gigante, con perro, gallinas, un jardín con flores, huertita, lleno de árboles frutales y montón de cosas ideales para jugar.

Todas las tardes iba a su casa con mi mamá cuando salía de la escuela. Un día me mandaron a tirarle maíz a las gallinas dentro del gallinero. Entré con mi baldecito con maíz y zas! Una de las gallinas se me abalanzó y comenzó a corretearme por todo el gallinero picándome las piernas, le daba patadas y nada, estaba endemoniada el ave, mal…

Salí corriendo y me persiguió por todo el patio, en la desesperación y torpeza me caigo y la desgraciada me picoteo toda, si si, fui picoteada y atacada por una gallina!!! Tuvo que venir a salvarme mi abuelo de ese pollo asesino después de escuchar mis gritos.

Años después (bueno, sólo dos años), todos dolidos por aquel episodio, y porque no es normal que una niña de 7 años le tema atrozmente a un animal como la gallina, por lo que mi abuela decidió regalarme dos pollitas, para que se me vayan los miedos y disfrute verlas crecer.

Yo felíz, tenía dos animalitos para cuidar y darles mi amor, eso sí, desde lejos, al gallinero nunca más y maíz desde afuera, sorry pero no me iba a arriesgar.

Pasaron meses, las pollas se hicieron gallinas y si no ponen huevos, a la larga no sirven, lógica y ciclo de vida de la gallina.
Un día de comilona familiar en la casa de los abuelos, llegué como siempre a ver a mis gallinas y oohh! faltaba una... pregunté y mi abuela dijo:- Como estamos arreglando el gallinero, llevamos algunas a lo de Doña Tere (la vieja vecina), así no andan dando vueltas por el patio.-
Había para comer de todo, asado, empanadas y casuela.
Comí con tantas ganas, nunca fuí muy fanática del asado así que dediqué mi atención a la casuela, que por cierto estaba exquisita.
A los días, seguía yendo a visitar a mis gallinas, y había una que seguía ausente, ya me comenzaba a intrigar, y después de un tiempo comprendí, que si te dicen que la gallina de fue de vacaciones a la casa de al lado y al fin y al cabo nunca vuelve, eran unas vacaciones permanentes, sobre todo si el día de su desaparición de ofrecen casuela de pollo y no de los pollolín...
Para el que lo dedujo, sí... es cierto y para el que no le cuento: sin saberlo me comí a mi gallina, y lo peor fue que la disfruté...

Así me pasó con muchos animales, no a todos me los comí en casuela, pero si tuvieron trágicas visitas al cielo de los animales...
En otra ocasión las cuento, ahora ya fue, me cansé de escribir...

Saludos...